Cuando empezamos nuestro sueño hace ya tres años teníamos claro que para empezar nuestro nuevo proyecto debíamos contar con los mejores y con las mejores instalaciones. La bodega debía estar en nuestro pueblo, Navandrinal, en memoria de nuestra querida abuela “La Señora María” y donde todo se había originado. Todo fue muy rápido esos primeros meses y, aunque la burocracia en España va a su ritmo ;-), en la actualidad nos encontramos finalizando nuestras nuevas instalaciones.

El lugar escogido para ello debía ser emblemático, que tuviese alma y significara algo para todo aquel que conociese nuestro pueblo. Además debía ser idóneo para facilitar la logística de la empresa, con fácil acceso para la salida y entrada de mercancías y como no, que reuniese los mejores requisitos necesarios para que la elaboración de nuestros vinos fueran la ideal.

Ese lugar escogido fue una finca conocida por las gentes del pueblo como “Las lanchas”. Un lugar de habitual que guarda numerosas historias de amor, peregrinaje de adolescentes en las cálidas noches de verano, donde generación tras generación, se han ido compartiendo secretos, sueños y sobre todo buenas intenciones… muchos buenos deseos y vibraciones que seguro se iban a poder transmitir a nuestros vinos. Ahí debía asentarse nuestra primera piedra…

Y asi fue…A principios de Marzo de 2018 comenzaron las obras  y en la actualidad estamos en la última fase de las mismas. Todo pensado y cuidado hasta el mas mínimo detalle para dar el mejor entorno de elaboración para nuestros vinos. El segundo paso para que a su copa llegue la esencia y los sentimientos que intentamos captar con nuestros vinos…

 

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